la familia Guzmàn
Para entender la marca y sus orígenes, hay que comprender los secretos de la familia Guzmàn, desde su llegada a Caracas hasta la toma de posesión de la destilería por parte de la familia Jimènez.
Una historia que puede parecer original para algunos, muy clásica para otros, pero que sigue siendo clave para entender los orígenes del producto.
Capítulo 1
Todo empezó en los años 70Arturo Guzmàn, único heredero de la familia Guzmàn y propietario de su propia destilería, vivía con lujo y lujuria.
La familia Guzmán, una de las más influyentes de Venezuela, había construido su reputación durante décadas sobre la pasión por el ron, el amor por el trabajo bien hecho y un saber hacer inimitable.
Su secreto: la creación de una mezcla única de rones jamaicanos y reunionenses al servicio de la búsqueda del equilibrio gustativo óptimo, única obsesión del creador, el padre de Arturo, Don Jesé.
Al emigrar a Venezuela en 1911, Don Jesé y su esposa Sofía, biólogos de formación, se lanzaron a la búsqueda de oro negro y, finalmente, de oro marrón en Los Teques, un suburbio de Caracas.
La destilería era parte integral de esta familia, y en 1931, cuando nació su hijo Arturo, después de nueve meses de duro trabajo, como símbolo, desarrollaron una receta única que llamaron Don Jesé G. Ron.
Capítulo 2
Don Jesé intentó durante cuatro décadas interesar a su único hijo en todos los aspectos de la receta, pero nada funcionó. Arturo, en cambio, parecía preferir la vida bohemia, las compañías dudosas y las relaciones de una noche.
En 1971, el destino de la destilería cambió cuando Don Jesé y Sofía murieron en un accidente de tráfico con un telón de fondo de cárteles y políticos corruptos.
Arturo decidió cambiar el nombre de su ron insignia Don Jesé G. Ron, uno de los emblemas nacionales del país, por el de El Magnífico Ron.
Comenzó a exportar su nuevo ron a nivel internacional, descuidando su mercado histórico, burlándose de los problemas de contabilidad y de la más que dudosa reputación de sus interlocutores, halagando de paso su insaciable ego. Sólo le interesaba el mundo entero...
En 1981, Arturo se enamoró literalmente de Marisol "La Pequeña" Jiménez, una chica de Mérida de fuerte carácter, hermana de Juan, histórico brazo derecho de Don Jesé.
Capítulo 3
Marisol, aunque se casó con Arturo en 1986, sentía que su matrimonio se desmoronaba y que él, descuidando su herencia y prefiriendo su nueva vida norteamericana, se conformaba con vivir de su pensión, aunque ésta había disminuido con el paso de los años.
Juan, que alertó repetidamente a su hermana del estado de la destilería, no pudo aguantar más. Su vida y su herramienta de trabajo se marchitaban día a día y un sentimiento de pena mezclado con rabia no había hecho más que crecer desde la muerte de su mentor.
En junio de 1987, tomaron cartas en el asunto y decidieron reorganizar la baraja. En una noche de gala, La Pequeña le retó delante de su público, pero ella ya conocía su reacción. Cogió una moneda de 20 pesos en la mano, se la tendió a su marido y le ofreció lanzar una moneda por su destilería para demostrar a todos si era realmente el hombre que decía ser.
Se sintió acorralado pero, para sorpresa de todos, volvió a dejar que su ego se impusiera a su razón. Y pasó lo que tenía que pasar...
La familia Jiménez asumió entonces la gestión de la destilería.
epílogo
Para homenajear a su mentor, Juan no sólo rehabilitó su receta, sino que se preocupó de sobreetiquetar cada una de las botellas destinadas al mercado de exportación con la marca El Cabrón, símbolo de la etapa de Arturo en la destilería familiar...
Cuenta la leyenda que no pudo soportar la humillación y pasó el resto de su vida intentando recuperar toda la producción para que nadie pudiera hacerse con ella y así intentar tapar la afrenta sufrida.
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la familia Guzmàn
Para entender la marca y sus orígenes, hay que comprender los secretos de la familia Guzmàn, desde su llegada a Caracas hasta la toma de posesión de la destilería por parte de la familia Jimènez.
Una historia que puede parecer original para algunos, muy clásica para otros, pero que sigue siendo clave para entender los orígenes del producto.
Capítulo 1
Todo empezó en los años 70Arturo Guzmàn, único heredero de la familia Guzmàn y propietario de su propia destilería, vivía con lujo y lujuria.
La familia Guzmán, una de las más influyentes de Venezuela, había construido su reputación durante décadas sobre la pasión por el ron, el amor por el trabajo bien hecho y un saber hacer inimitable.
Su secreto: la creación de una mezcla única de rones jamaicanos y reunionenses al servicio de la búsqueda del equilibrio gustativo óptimo, única obsesión del creador, el padre de Arturo, Don Jesé.
Al emigrar a Venezuela en 1911, Don Jesé y su esposa Sofía, biólogos de formación, se lanzaron a la búsqueda de oro negro y, finalmente, de oro marrón en Los Teques, un suburbio de Caracas.
La destilería era parte integral de esta familia, y en 1931, cuando nació su hijo Arturo, después de nueve meses de duro trabajo, como símbolo, desarrollaron una receta única que llamaron Don Jesé G. Ron.
Capítulo 2
Don Jesé intentó durante cuatro décadas interesar a su único hijo en todos los aspectos de la receta, pero nada funcionó. Arturo, en cambio, parecía preferir la vida bohemia, las compañías dudosas y las relaciones de una noche.
En 1971, el destino de la destilería cambió cuando Don Jesé y Sofía murieron en un accidente de tráfico con un telón de fondo de cárteles y políticos corruptos.
Arturo decidió cambiar el nombre de su ron insignia Don Jesé G. Ron, uno de los emblemas nacionales del país, por el de El Magnífico Ron.
Comenzó a exportar su nuevo ron a nivel internacional, descuidando su mercado histórico, burlándose de los problemas de contabilidad y de la más que dudosa reputación de sus interlocutores, halagando de paso su insaciable ego. Sólo le interesaba el mundo entero...
En 1981, Arturo se enamoró literalmente de Marisol "La Pequeña" Jiménez, una chica de Mérida de fuerte carácter, hermana de Juan, histórico brazo derecho de Don Jesé.
Capítulo 3
Marisol, aunque se casó con Arturo en 1986, sentía que su matrimonio se desmoronaba y que él, descuidando su herencia y prefiriendo su nueva vida norteamericana, se conformaba con vivir de su pensión, aunque ésta había disminuido con el paso de los años.
Juan, que alertó repetidamente a su hermana del estado de la destilería, no pudo aguantar más. Su vida y su herramienta de trabajo se marchitaban día a día y un sentimiento de pena mezclado con rabia no había hecho más que crecer desde la muerte de su mentor.
En junio de 1987, tomaron cartas en el asunto y decidieron reorganizar la baraja. En una noche de gala, La Pequeña le retó delante de su público, pero ella ya conocía su reacción. Cogió una moneda de 20 pesos en la mano, se la tendió a su marido y le ofreció lanzar una moneda por su destilería para demostrar a todos si era realmente el hombre que decía ser.
Se sintió acorralado pero, para sorpresa de todos, volvió a dejar que su ego se impusiera a su razón. Y pasó lo que tenía que pasar...
La familia Jiménez asumió entonces la gestión de la destilería.
epílogo
Para homenajear a su mentor, Juan no sólo rehabilitó su receta, sino que se preocupó de sobreetiquetar cada una de las botellas destinadas al mercado de exportación con la marca El Cabrón, símbolo de la etapa de Arturo en la destilería familiar...
Cuenta la leyenda que no pudo soportar la humillación y pasó el resto de su vida intentando recuperar toda la producción para que nadie pudiera hacerse con ella y así intentar tapar la afrenta sufrida.
